Vimos que el miedo es un estado emocional centrado en nuestra supervivencia y para ello dispara alarmas con la función de que evitemos situaciones potenciales de peligro para nosotros y que es algo positivo e imprescindible para nuestra supervivencia . Ante esto, la pregunta en este caso sería ¿y dónde está entonces el problema si es algo tan bueno? Pues por desgracia, como ocurre en otras muchas facetas de nuestro comportamiento, en el exceso, el exceso de miedo lleva a una perdida del autocontrol y a unas limitaciones en nuestro comportamiento que conocemos como ATAQUES DE PÁNICO.
Pero antes de entrar a fondo debo hacer una aclaración, este trabajo no se centra en los ataques de pánico patológicos o fobias en base a "miedos irreales" como pueden ser la Agorafobia ("irreales" entre comillas porque por desgracia para quien lo padece es algo muy real), de hecho este tipo de fobias son tan altamente incapacitantes que resultaría muy extraño, por ejemplo, que alguien con este tipo de problema saliera a disfrutar de la naturaleza alejado de la civilización y de su zona de confort donde considera que puede ser rápidamente auxiliada, ese tipo de problemas requieren de un tipo de tratamiento personalizado y un seguimiento que queda muy distante para este medio y por tanto lejos del propósito de este trabajo. Se centra, como no puede ser de otro modo, en esas situaciones de supervivencia donde si existen peligros reales que van a provocar en nosotros una respuesta fisiológica y emocional y en comprender lo que nos está ocurriendo en esos momentos para afrontarlas y tratar de conseguir que nuestro comportamiento sea lo más adecuado posible para permitir nuestra supervivencia.
¿Cómo funciona entonces el mecanismo del miedo para que devengue en pánico? Veamos como la respuesta normal se convierte en la repuesta excesiva o anormal. El miedo está caracterizado por una serie de respuestas internas una vez que percibimos sensorialmente una posible amenaza. Básicamente, es un proceso hormonal en cadena una vez que la información llega a la amígdala, entre esta, el hipotálamo, la pituitaria y la glándula suprarrenal segregando principalmente cortisol y adrenalina y a su vez de las neuronas simpáticas liberamos noradrenalina. Cuando estos llegan al torrente sanguíneo, el corazón y el sistema nervioso simpático, el organismo está listo para responder a la amenaza.
Un aspecto interesante asimismo de este proceso es que la amídgdala no sólo informa al hipotálamo del posible peligro, sino que también informa al cortex prefrontal que es la estructura encargada de examinar la amenaza y decidir si efectivamente se está ante una señal de peligro y qué tipo de respuesta llevar a cabo. Este proceso puede ocurrir al mismo tiempo que tiene lugar la activación del hipotálamo, por lo que es posible que nuestro organismo esté examinando toda la información para saber que hacer mientras genera las primeras respuestas ante la amenaza. Es como vemos un proceso también muy complejo a nivel fisiológico.
Las respuestas que se producen por el aporte hormonal son en general por todos bien conocidas y algunas de ellas inmediatas, taquicardia, hiperventilación, rigidez muscular, sudoración... Pero incluso hasta aquí podríamos decir que aún todo va dentro de lo normal y además aconsejable para que nuestra respuesta sea lo más eficiente posible, el problema suele aparecer inevitablemente cuando se prolonga en el tiempo excesivamente esta respuesta y tenemos una "inundación" hormonal en nuestro organismo, entonces pueden comenzar la sensación de ahogo, vómitos, descontrol del esfínter, hormigueos, entumecimientos, cambios en la temperatura, mareos, visión borrosa, visión de puntitos, visión de "túnel", anulación auditiva, distorsión temporal, y parálisis, con como podemos fácilmente imaginar, posibles consecuencias desastrosas para nuestra mejor respuesta de supervivencia.
Esto es así porque con el aumento de la respiración para obtener más oxígeno, se puede provocar sensación de falta de aliento, o de axfisia y ahogo, opresión en el pecho y reacciones similares. Porque con el incremento del ritmo cardiaco para que a su vez ese oxígeno en la sangre llegue más rápidamente a los tejidos, se puede provocar taquicardia y que a su vez esa sangre sea retirada de los lugares menos necesarios y llevada a donde más se necesite, se retira de la piel, dedos y otras zonas, lo que provoca palidez, dedos fríos, entumecimiento, hormigueos, etc. y se dirige a los músculos porque se supone que es donde más se puede necesitar, tanto para pelear como para huir, lo que por contra dependiendo de la situación, tiene el gran inconveniente de que nos puede dejar con una disminución notable en nuestras habilidades motoras finas. Así mismo como consecuencia de ello disminuye el aporte de oxígeno al cerebro, con la posible consecuencia de que en minutos se tengan mareos, visión borrosa o/y de efecto túnel, pérdida de la noción del tiempo, confusión y otras respuestas que tampoco deberían ser las más aconsejables en cuanto la percepción de lo que realmente está ocurriendo. Con el aumento de la excesiva sudoración, además del enfriamiento excesivo del cuerpo que esto con lleva, podemos tener hiperhidrosis y sudor frío, principalmente en la frente y las palmas de las manos, lo que en el caso de las manos otra vez puede repercutir en una dificultad añadida para el manejo de herramientas necesarias para superar la situación afrontada. La disminución de la actividad de sistema digestivo para concentrar energía en la respuesta muscular, provoca pesadez de estómago, náuseas, vómitos, etc. y al tensarse los grupos musculares en preparación de la huida o la lucha, podemos padecer sacudidas, espasmos y sobre todo temblores. También es común, que a consecuencia de esta preparación fisiológica, el cuerpo se vuelva más insensible al dolor y no seamos conscientes de los posibles daños que estemos sufriendo.
Como conclusión, en el aspecto fisiológico podríamos decir, que entrando en pánico se liberan un exceso de hormonas que de no ser usadas hacen que el organismo se inunde y dejen al sujeto, excesivamente alterado, desconcertado y a menudo paralizado en la misma boca del lobo. Si nos encontramos en una situación de peligro, el miedo nos desborda y no actuamos, el pánico irá en aumento dejándonos absolutamente "fuera de combate". Entender este aspecto es por lo tanto parte esencial en la preparación de la supervivencia en cualquier aspecto que esta se de, y siendo conscientes del mismo y de los problemas que de estas situaciones bajo intenso estrés se pueden derivar, habremos de buscar la instrucción y adiestramiento adecuado para poder afrontarlas convenientemente y así poder minimizar sino de forma absoluta, si en la mayor medida posible sus posibles efectos adversos (ni que decir tiene que estas respuestas son totalmente distintas en función de cada persona y sus particulares características). Comprender que el miedo es una manifestación natural y que no es para nada negativo sentir temor, es un primer paso muy importante en la dirección correcta.
Saludos.
Pero antes de entrar a fondo debo hacer una aclaración, este trabajo no se centra en los ataques de pánico patológicos o fobias en base a "miedos irreales" como pueden ser la Agorafobia ("irreales" entre comillas porque por desgracia para quien lo padece es algo muy real), de hecho este tipo de fobias son tan altamente incapacitantes que resultaría muy extraño, por ejemplo, que alguien con este tipo de problema saliera a disfrutar de la naturaleza alejado de la civilización y de su zona de confort donde considera que puede ser rápidamente auxiliada, ese tipo de problemas requieren de un tipo de tratamiento personalizado y un seguimiento que queda muy distante para este medio y por tanto lejos del propósito de este trabajo. Se centra, como no puede ser de otro modo, en esas situaciones de supervivencia donde si existen peligros reales que van a provocar en nosotros una respuesta fisiológica y emocional y en comprender lo que nos está ocurriendo en esos momentos para afrontarlas y tratar de conseguir que nuestro comportamiento sea lo más adecuado posible para permitir nuestra supervivencia.
El desastre del Love Parade o tragedia de Duisburgo tuvo lugar el 24 de julio de 2010, cuando 21 personas fallecieron durante una estampida humana en Duisburgo |
Un aspecto interesante asimismo de este proceso es que la amídgdala no sólo informa al hipotálamo del posible peligro, sino que también informa al cortex prefrontal que es la estructura encargada de examinar la amenaza y decidir si efectivamente se está ante una señal de peligro y qué tipo de respuesta llevar a cabo. Este proceso puede ocurrir al mismo tiempo que tiene lugar la activación del hipotálamo, por lo que es posible que nuestro organismo esté examinando toda la información para saber que hacer mientras genera las primeras respuestas ante la amenaza. Es como vemos un proceso también muy complejo a nivel fisiológico.
Las respuestas que se producen por el aporte hormonal son en general por todos bien conocidas y algunas de ellas inmediatas, taquicardia, hiperventilación, rigidez muscular, sudoración... Pero incluso hasta aquí podríamos decir que aún todo va dentro de lo normal y además aconsejable para que nuestra respuesta sea lo más eficiente posible, el problema suele aparecer inevitablemente cuando se prolonga en el tiempo excesivamente esta respuesta y tenemos una "inundación" hormonal en nuestro organismo, entonces pueden comenzar la sensación de ahogo, vómitos, descontrol del esfínter, hormigueos, entumecimientos, cambios en la temperatura, mareos, visión borrosa, visión de puntitos, visión de "túnel", anulación auditiva, distorsión temporal, y parálisis, con como podemos fácilmente imaginar, posibles consecuencias desastrosas para nuestra mejor respuesta de supervivencia.
Esto es así porque con el aumento de la respiración para obtener más oxígeno, se puede provocar sensación de falta de aliento, o de axfisia y ahogo, opresión en el pecho y reacciones similares. Porque con el incremento del ritmo cardiaco para que a su vez ese oxígeno en la sangre llegue más rápidamente a los tejidos, se puede provocar taquicardia y que a su vez esa sangre sea retirada de los lugares menos necesarios y llevada a donde más se necesite, se retira de la piel, dedos y otras zonas, lo que provoca palidez, dedos fríos, entumecimiento, hormigueos, etc. y se dirige a los músculos porque se supone que es donde más se puede necesitar, tanto para pelear como para huir, lo que por contra dependiendo de la situación, tiene el gran inconveniente de que nos puede dejar con una disminución notable en nuestras habilidades motoras finas. Así mismo como consecuencia de ello disminuye el aporte de oxígeno al cerebro, con la posible consecuencia de que en minutos se tengan mareos, visión borrosa o/y de efecto túnel, pérdida de la noción del tiempo, confusión y otras respuestas que tampoco deberían ser las más aconsejables en cuanto la percepción de lo que realmente está ocurriendo. Con el aumento de la excesiva sudoración, además del enfriamiento excesivo del cuerpo que esto con lleva, podemos tener hiperhidrosis y sudor frío, principalmente en la frente y las palmas de las manos, lo que en el caso de las manos otra vez puede repercutir en una dificultad añadida para el manejo de herramientas necesarias para superar la situación afrontada. La disminución de la actividad de sistema digestivo para concentrar energía en la respuesta muscular, provoca pesadez de estómago, náuseas, vómitos, etc. y al tensarse los grupos musculares en preparación de la huida o la lucha, podemos padecer sacudidas, espasmos y sobre todo temblores. También es común, que a consecuencia de esta preparación fisiológica, el cuerpo se vuelva más insensible al dolor y no seamos conscientes de los posibles daños que estemos sufriendo.
Como conclusión, en el aspecto fisiológico podríamos decir, que entrando en pánico se liberan un exceso de hormonas que de no ser usadas hacen que el organismo se inunde y dejen al sujeto, excesivamente alterado, desconcertado y a menudo paralizado en la misma boca del lobo. Si nos encontramos en una situación de peligro, el miedo nos desborda y no actuamos, el pánico irá en aumento dejándonos absolutamente "fuera de combate". Entender este aspecto es por lo tanto parte esencial en la preparación de la supervivencia en cualquier aspecto que esta se de, y siendo conscientes del mismo y de los problemas que de estas situaciones bajo intenso estrés se pueden derivar, habremos de buscar la instrucción y adiestramiento adecuado para poder afrontarlas convenientemente y así poder minimizar sino de forma absoluta, si en la mayor medida posible sus posibles efectos adversos (ni que decir tiene que estas respuestas son totalmente distintas en función de cada persona y sus particulares características). Comprender que el miedo es una manifestación natural y que no es para nada negativo sentir temor, es un primer paso muy importante en la dirección correcta.
Saludos.
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