Durante la primera guerra mundial muchos soldados sufrieron el llamado "pie de trinchera" (de ahí su nombre). Se trata de una infección de los pies causada por el frío, humedad y condiciones de insalubridad. En las trincheras del campo de batalla, los soldados permanecía por horas sin fin en trincheras anegadas de agua, durante ese tiempo no podían cambiarse el calzado ni los calcetines, que estaban empapados. Los pies progresivamente se entumecían y la piel se tornaba roja o azul, indicando una falta de riego sanguíneo. Si no se trataba a tiempo, el pie de trinchera se complicaba con la gangrena del miembro y precisaba la amputación del pie o incluso de la pierna.
Y es que es un tema obviado porque esta dolencia se sufre cuando ya se está varios días con la humedad generada incluso por nuestro propio sudor, no es necesario ni que se nos moje el calzado por caminar por zonas anegadas o nevadas. Esto quiere decir que en nuestras salidas habituales de campo de muy pocos días es un mal que nunca padeceremos, porque lo habitual es que volvamos a nuestra casa o paremos en algún lugar donde nos aseamos y nos cambiamos otra vez de calcetines sin que trascurra el tiempo necesario para que se origine el problema. El pie de trinchera no aparece en las excursiones de fin de semana.
"El pie de trinchera era propiciado por la acumulación de mala nutrición, deshidratación, falta de higiene, calzado inapropiado y calcetines mojados. Las personas que sudan demasiado eran más propicias a contraer esta enfermedad. La forma de combatir el mal era tener a mano calcetines limpios y secos todo el tiempo".
Los más afectados suelen ser los escaladores, excursionistas y marineros. Pero igualmente podemos vernos en serios problemas en el caso de que nos encontramos en una situación donde debamos marchar durante varios días (o de supervivencia) y no prestemos atención a este factor. Hay que tener en cuenta que el pie de trinchera es una lesión sin congelación, se produce a temperaturas entre 0 y 15ºC, es un concepto distinto de la congelación, interviene el frío, pero la lesión se produce sin que la temperatura de los tejidos afectados descienda por debajo de 0ºC. Los autores de habla inglesa incluyen el pie de trinchera y los sabañones entre las lesiones por el frío distintas de la congelación. También se lo conoce como pie de inmersión, y aunque no es incorrecto el concepto de pie de inmersión comprende también otras alteraciones por exposición al agua no fría, tales como el pie de inmersión en agua caliente y el pie del arrozal. Si no es posible evitar que el pie esté mojado y frío durante el día, al menos hay que intentar que esté seco y caliente durante la noche. Muchos piragüistas usan escarpines de neopreno para sus actividades. El neopreno es un excelente aislante del frío, pero no transpira. La gran mayoría de deportistas se los quitan la acabar la actividad y se ponen el calzado que permite la transpiración. El problema puede darse en las travesías largas, en las que se utilizan dichos escarpines durante varias horas al día a lo largo de varios días. En tal caso es muy importante quitárselos tan pronto como no sean necesarios y sustituirlos por algún otro calzado de abrigo que permita la transpiración mientras se prepara el vivac. Durante la noche se deben mantener los pies calientes y secos dentro del saco de dormir. Por el mismo motivo tendremos mucha precaución con el uso de calzado totalmente impermeable, debiendo seguir estas precauciones.
Si nos viéramos seriamente afectados de este problema, las medidas a tomar pueden ser las mismas que para una congelación leve, es necesario darles calor, pero evitando las temperaturas extremas, el rápido recalentamiento o el trauma, tampoco aplicar frotamiento ni calentamiento con agua, y mantener los pies secos y calientes, y por encima de la cabeza como medida tendiente a reducir la infiltración (edema), y si aparecen ampollas no pincharlas y trasladar al afectado lo antes posible a un centro sanitario para su adecuada atención.
Y es que como tengo comentado en alguna ocasión:
"... aún en pleno verano un servidor y quienes van conmigo a la montaña, han de llevar gorro, "braga", guantes, jersey o polar, chaqueta impermeable, impermeable o poncho, calcetines de repuesto y si quedamos a dormir traje térmico interior y un buen saco además de plancheta y funda vivac si no llevamos tienda".
No hay mejor "técnica de supervivencia" que a ser posible de antemano evitar los problemas...
Saludos.
BIBLIOGRAFIA:
Frío y montaña: Ediciones Desnivel (uno de tantos de mi biblioteca particular y que os recomiendo para aquellos que queráis profundizar en estos temas) . En concreto el capítulo dedicado al pie de trinchera y del que sólo he extraído una muy pequeña parte está escrito por Javier Botella de Maglia. Valencia 1957. Intensivista del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital La fe de Valencia y que además es Alpinista. Mis gracias desde aquí por tan excelente trabajo.
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